
Con el correr de los años uno comprende el valor de tener un padre; yo lo he perdido hace seis años, falleció a los 88 de un paro cardíaco.
De él aprendí el hábito de leer, fué un hombre que pudo finalizar solo la primaria, en su Tinogasta natal y luego tuvo que buscar una profesión, fué mecánico.
De muy joven se fué a vivir al sur de Argentina más precisamente en Comodoro Rivadavia, cuando el clima era muy duro e ingresó a YPF, empresa petrolera del estado hoy desaparecida.
Pero lo que si recuerdo que cada día de su vida tuvo un libro en su mano, ya sea de electrónica, que fué una pasión que tuvo, de comunicaciones, fué también radio aficionado por muchos años; mi casa parecía una casa de marcianos, llena de antenas y cables en el espacio aéreo para que él se comunicara con amigos de España, Chile, Estados Unidos, esto lo hacía de noche.
Pero lo que más le gustaba leer era Historia Universal y Naturaleza. Yo así comencé a tomar el hábito de leer, de verlo tantas horas leyendo sin aburrirse.
Cuando uno es pequeña y lo castigan sin ver la televisión, se jura no repetir la historia con sus hijos, pero puedo asegurarles que no suele suceder, hoy que soy madre he puesto algunos castigos de mi padre y seguro que mis hijos dicen lo mismo que he dicho yo a los 8 o 10 años.
Y escribo y se me dibuja una sonrisa, recordándole en estos días más quizás por la fecha, pero solo me queda decir, Gracias por haberme educado así, como lo hiciste.
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